Somos más de 7.700 millones de seres humanos los que inundamos el planeta por tierra, mar y aire con una obsesión convulsiva por: nacer, crecer, reproducirse y evitar la muerte (pero morimos). Los demás animales tienen en sus genes la misma obsesión: nacer, crecer, reproducirse y evitar la muerte (pero mueren). Lo que nos diferencia de ellos es la inteligencia y la creatividad. ¿Estamos haciendo un uso correcto de ellas?
Justo antes del confinamiento tuve una comida con antiguos colegas publicitarios, algunos de los cuales no veía desde hacía 30 años. En la comida me senté intencionadamente junto a mi director creativo favorito de cuando empezaba mi carrera profesional (nunca fue famoso, no lo pretendía, hoy es un jubilado avanzado y tampoco es famoso, pero conservaba íntegramente su gran inteligencia y su espíritu crítico tranquilo). Me senté junto a él porque sabía que algo aprendería y así fue. No le extrañaba lo que estaba pasando en China con el coronavirus, luego en Italia, y estaba empezando en España, y la que se avecinaba en todo el mundo. “Ya lo verás”, me dijo. El ser humano es un depredador muy peligroso para las demás especies y para sí mismo, pensamos que la Tierra es nuestra, y que todo lo que hay en ella es nuestro, y no es así, estamos de alquiler. Esto se autorregulará. O se impone la ética o nuestra propia ambición desmedida nos pondrá en peligro como especie. Me vino a decir.
David Quammen, el autor de “Contagio”, reportero y divulgador científico ya advertía en este libro de que el comportamiento humano facilitaba la procreación de los virus zoonóticos, los que saltan de los animales a los humanos, y al coronavirus le ha tocado el gordo, pues si en el siglo XIV la peste bubónica (otro virus) no salió de Europa (ni se sabía que existía América o Australia), con la globalización todo el monte es orégano para este coronavirus… y los que vengan.
¿Y de la inteligencia y de la creatividad humana qué?
Ahí duele precisamente. Si somos tan inteligentes y tan creativos, y así se lo enseño con convicción a mis alumnos en la universidad, porqué “nos creamos estos problemas” que nos matan muy deprisa y otros como el cambio climático que estamos provocando que nos van a matar más lentamente… y que no va a ser tan fácil de solucionar. Los mejores cerebros ya están trabajando en el coronavirus para lograr una vacuna y en unos cuantos meses o años la tendremos. ¡Bingo! ¿Pero contra el cambio climático y la contaminación humana de tierra, mar y aire hay vacuna? No hay vacuna, ni la habrá. Hay prevención y largo plazo… cosa que está radicalmente reñida con nuestro actual estilo de vida global… por lo que o nos ponemos las pilas o todo lo que podremos cantar es… ¡Línea!… y discontinua.
Y lo dice muy bien el catedrático de sociología Manuel Castells, y ahora circunstancialmente Ministro de Universidades, en su artículo Reset cuando habla de que “Esta pandemia debería haber dejado claro que la sanidad, incluyendo obviamente la higiene pública y la salud preventiva, es nuestra infraestructura de vida. Y que no podremos vivir permanentemente del heroísmo de sanitarios que enferman masivamente por falta de equipamiento. Habrá que invertir prioritariamente en sanidad pública porque la privada sirve para lo que sirve, pero cuando hay emergencia tiene que ser absorbida por la pública. Esta inversión es cuantitativa y cualitativa, en material, en equipamiento hospitalario, en atención primaria, en educación del conjunto de la población, en investigación, en remuneración de los sanitarios y en formación de médicos, enfermeros y sanitarios en general, con universidades y escuelas reforzadas y mejor dotadas para que puedan acoger muchas más vocaciones de servicio”.
Desde que era niño les oí decir esto mismo a los viejos de mi pueblo, pero lo decían mucho mejor que el catedrático: “Lo primero es lo primero y lo segundo va después. Y la salud es lo primero”. Algo muy gordo estamos haciendo mal como especie cuando las prioridades de la economía (sus inversiones) están por encima de la salud y la educación (y sus inversiones). Algo estamos haciendo muy mal cuando los sueldos de los futbolistas (por poner un ejemplo representativo) son cientos o miles de veces superiores a los de los médicos y científicos (lo que nos cuidan y salvan el pellejo). Algo estamos haciendo muy mal cuando los sueños de muchos jóvenes son ser “muy famosos para ganar mucha pasta” y no “muy buenos en una profesión que aporte verdadero valor”. Algo estamos haciendo muy mal si…
AVISO: Homo reset
Algunos homos ya han desaparecido de la faz de la Tierra y no pasó absolutamente nada (excepto para “esos homos”). La vida fue a lo suyo, y continuó como si nada de otra manera. Quizás el homo sapiens (nosotros) tiene que tomar buena nota de lo que está sucediendo con el coronavirus y, pasada la tormenta, darle las gracias… porque quizás nos ha dado un AVISO muy grande de que tenemos que cambiar desde ya el orden de las prioridades. Por ejemplo, menos importancia a la economía por la economía a toda costa (siempre gana el más fuerte) y más a la ética, que es la que nos hace humanos… inteligentes y creativos y por lo tanto con capacidad para corregir el rumbo.
Quizás ha llegado el momento de pensar a lo grande y poner al frente de la especie (de las grandes naciones-economías que tiran del carro) a menos políticos ambiciosos (el poder por el poder) y a más éticos globales… pero como eso parece imposible, al menos poner al frente de las economías más fuertes a políticos-éticos que pongan orden en las prioridades. Quizás ha llegado el momento, superada esta crisis sanitaria (que nos ha forzado a todos a pensar más y mejor) de: Reset = Reiniciar.
Quizás este coronavirus está dando un AVISO a navegantes sin rumbo… pero con capacidad de corregirlo. Para empezar, podríamos primero pedir PERDÓN y luego REINICIAR.
Molt realista
Eficaz