Cada inicio de año se repite la misma historia entre familiares, amigos, vecinos, colegas: ¡Feliz 2017! (es el año que toca este año). Y la verdad es que la Historia demuestra que cada año somos más felices aunque los telediarios se empeñen dos o tres veces al día en demostrar lo contrario con sus constantes “malas noticias”.
Por poner algunos ejemplos, el filosofo francés Michel Serres dice, con datos científicos en la mano, que el mundo vive su mejor época desde hace 3000 años y más concretamente en Europa llevamos 70 años seguidos de paz y prosperidad, algo nunca visto desde la guerra de Troya. Por si fuera poco, la Organización Mundial de la Salud dice que la causa menos frecuente de muerte es la guerra, la violencia y el terrorismo, y lo es infinitamente mayor la muerte por tabaco, por obesidad, o por accidentes de coche año tras año. Y si hablamos de enfermedades, la Historia nos demuestra que estamos en un momento nunca antes visto, el rey Luis XIV tenía los mejores médicos y se pasó la vida gritando de dolor porque tenía una fístula anal, hoy semejante problema se soluciona con una simple operación de media hora en cualquier hospital público.
Y sin embargo, parece que estamos viviendo una época terrible cuando los datos demuestran todo lo contrario, pues nunca antes en la Historia de la humanidad se había vivido mejor que ahora y en tantos lugares de la Tierra a la vez.
Es como si “alguien” estuviera empeñado en que fuéramos pesimistas a pesar de que los datos sean científicamente optimistas. Los culpables, desde luego, no son los periodistas que “cuentan lo que pasa” por todos los medios de comunicación hoy imaginables, pero quizás sí podrían hacer un esfuerzo en contar más cosas positivas y menos negativas.
En esto Albert Einstein nos podría echar un cable a todos cuando dice, “Si haces siempre lo mismo no esperes resultados diferentes”, o lo que es igual, si difundes siempre noticias negativas no esperes opiniones y actitudes optimistas de la población… ya sea local, nacional o mundial.
¿Cuál prefieres primero las buenas o las malas?
Yo haría un experimento televisivo objetivo y preguntaría a la población: Tengo media hora de noticias buenas y media hora de noticias malas ¿Cuál prefiere la audiencia que cuente primero? También se puede solucionar por vía futbolera con una moneda al aire y lo que salga primero. Solo con eso estoy seguro de que subiría el “optimismos personal” y consecuentemente el “optimismo nacional” y, a la vista de los resultados, los canales de la competencia comenzarían poco a poco a dedicar más tiempo a las noticias positivas y menos a las negativas… por aquello de que “es lo que la audiencia quiere” (ser más positiva, más optimista, más feliz…).
Pero, ¿y si el experimento mostrara lo contrario, es decir, que la audiencia mayoritariamente prefiriera las noticias negativas? Entonces habría que rendirse a la evidencia y echarle la culpa a la biología que nos ha dotado de mecanismos muy primarios para estar siempre activos, alerta, curiosos, despiertos, ambiciosos, insatisfechos, pesimistas… (¡y quizás por eso no hemos dejado de prosperar desde hace 3000 años y de manera exponencial en los últimos 70 años!).
Yo, por si acaso, me monto mi propio telediario de noticias positivas y en vez de rendirme a los mecanismos de la biología rindo homenaje a los de la filosofía y me digo y te digo:
¡Feliz 2017. Por simple Filosofía!
La botella de la Historia está como está, verla medio vacía o medio llena no es cuestión de biología, es cuestión de simple filosofía.
Muy bueno . De acuerdo!!, va bien ser positivo .
Muy bueno . De acuerdo consideracion Muy positiva
Eso Juan, y para que quede muy claro, si hace falta se repite dos veces… o las que haga falta. 🙂
Genial, Mariano, suelo considerarme una «enferma del optimismo» porque hasta lo malo resulta menos malo con una sonrisa. Siempre estamos a tiempo de llorar. Feliz 2017!