Hay noticias que te alegran “el día” y que cuando las lees lo mejor es no leer ese día ninguna más no sea que por estar bien informado la siguiente noticia te lo amargue. Así al menos tienes garantizada la alegría “ese día”. Es lo que me ha ocurrido con la inspiradora noticia de Jacinda.
Hablo de Jacinda como si la conociera de toda la vida pero me refiero a Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda que aunque cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento tras las elecciones del 17 de octubre… y aquí está la buena noticia… no hace uso de su mayoría absoluta y mete en su gobierno a miembros de la oposición para “compartir el poder”. ¿No es una noticia maravillosa e inspiradora en los tiempos que corren?
Para mí sí lo es. Cuando estudié Periodismo había una asignatura en la que aprendí para siempre que el objetivo de cualquier político es “tener el poder”… y con la mayoría absoluta se tiene. Pues bien, Jacinda que ya es fonéticamente como de la familia (mi abuela se llamaba Jacinta) “tiene el poder absoluto” y podría hacer que todos los ministros fueran de “su partido”… pero no lo ha hecho, ha nombrado ministros a miembros de otros partidos, e incluso de minorías… para que todos los ciudadanos de Nueva Zelanda estén representados en el gobierno… y lo ha hecho sin ninguna necesidad porque… ¡tiene mayoría absoluta!
Jacinda & Jacinta
Jacinda es una política genial, como mi abuela Jacinta. Cuando era niño mi abuela Jacinta tenía en la mesilla de su dormitorio un reloj despertador de cuerda que se había estropeado, se clavó y no iba ni para adelante ni para atrás. Yo tenía fama de romper mis juguetes con facilidad y también de repararlos con tornillos, cuerdas, grapas, alambres… (verdaderas chapuzas de baja tecnología, pero funcionaban) así que le dije a mi abuela que yo le reparaba el reloj. Y mi abuela cometió el error de fiarse de mí. Llevado de una gran motivación, dado mi prestigio ganado a pulso de “reparador de juguetes rotos” y de mi absoluta ignorancia de lo que era la horología, desarmé el reloj y sin ver defecto alguno lo volví a montar. Lo interesante es que dada la complejidad del reloj me sobraron la mitad de las piezas. Mi abuela Jacinta no se inmutó y me espetó: ¡Hay que ver el nieto tan listo que tengo, me repara el reloj y le sobran piezas para hacer otro! Creo que en mi subconsciente ese día no solo no salí derrotado sino que salí fortalecido: ¡lo importante fue intentarlo!
En los tiempos que corren en los que parece que en democracia está todo inventado… ¡y agotado!, porque el objetivo es siempre el mismo (tener el poder)… va Jacinda (la de Nueva Zelanda) y una vez que tiene el poder absoluto lo comparte con los “perdedores” para que todos se involucren en el gobierno (ganadores y perdedores).
¿No es genial? ¿No es maravilloso? ¿No es una vuelta de rosca de la sacrosanta y casi agotada democracia? No hay que perder la esperanza de que este caso tan inspirador no sea el único porque lo de “ganadores” y “perdedores” y los deprimentes espectáculos que dan los políticos en los Parlamentos ya está cansando a los ciudadanos y provocando desconfianza.
¿Te has dado cuenta de que no he hablado de Donald Trump (el que acaba de perder) y que sí he hablado de Jacinda Ardern (la que acaba de ganar). Es porque Trump ya es el pasado y Jacinda es el futuro… el futuro de la humanidad: el de la cooperación. Ya lo decía mi abuela Jacinta “No hay mal que 100 años dure”. Y así es, Trump solo ha durado 4 años.
Ahora estamos todos en el mismo barco
John Stuart Mill, filósofo, político y economista inglés, lo tenía y lo veía muy claro cuando dijo hace 150 años que “No hay mejor prueba del progreso de la civilización que el progreso del poder de la cooperación” . Y hace poco más de medio siglo Martin Luther King decía lo mismo pero de otra manera: “Puede que todos hayamos llegado en diferentes embarcaciones pero ahora estamos todos en el mismo barco”.
Ya sé que todo esto suena a “Jacinda en el país de las maravillas”… pero entre Jacinda, Jacinta, John Stuart Mill y Martin Luther King el camino de la cooperación y de la motivación está marcado. Lo contrario es lo que dice el gato en el famoso cuento “Alicia en el país de las maravillas”: “Si no sabes dónde vas puedes acabar en cualquier parte”.
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